El Estado de Cuba: Reflexiones de Anarquistas Cubanes a Un Año del 11 de Julio

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Introducción

El 11 de Julio una ola de protestas antigubernamentales sacudió la realidad del territorio nacional cubano. Iniciadas desde las periférias del archipiélago, como San Antonio de los Baños, cerca de la Habana, y Palma Soriano en la provincia de Santiago, las protestas se expandieron a varias ciudades y pueblos en menos de 24 horas. Miles de personas, lideradas por una mayoría constituída por los sectores más precarizados en la sociedad cubana, tomaron las calles del país. Un evento de estas dimensiones le resultaba desconocido no sólo al estado cubano –la última protesta popular, conocida como el “Maleconazo”, había tenido lugar en el año 1994—sino a las propias clases populares cubanas. Estes dos irreconciliables enemigues –el estado y les dominades por el estado– midieron sus fuerzas en el contexto de un evento definitorio. La respuesta del estado cubano fue extremadamente violenta—se registran 1848 arrestos relacionados con el 11 de julio. No se puede albergar la menor duda sobre el carácter histórico de estos sucesos.

La resistencia a la dominación del estado jamás ha cesado en Cuba. Una resistencia atravesada por muchas complejidades, una resistencia que ha adquirido muchas formas, tanto públicas como individuales, una resistencia que también ha sido objeto de cooptación por otros poderes y agendas. Pero una resistencia que siempre ha sido, en el fondo, la expresión de las clases, grupos, e individuos dominados por el autoritarismo del estado cubano, y que, por tanto, ha sido siempre una resistencia legítima y, más que legítima, ha constituido la esperanza de organizar algún día el asalto final al sistema de dominación y poner en acto una liberación radical y verdaderamente revolucionaria. Las luchas populares nunca caen al vacío y sus desarrollos nunca son lineales. Esto se puede entender como su mejor fortaleza, pero también como su auténtica forma histórica. Nosotres estamos convencides que la profunda crisis que enfrenta la sociedad cubana seguirá produciendo resistencia incrementada. Pero en estos momentos, a un año de separación de ese marcador del 11 de julio, el acto reflexivo es imperativo.

Hemos solicitado a nuestres camaradas cubanes, miembres del Taller Libertario Alfredo López y coordinadores del Centro Social Abra, el favor de compartir sus ideas. Estas reflexiones son de imprescindible lectura. Estas reflexiones, sobre todo, dan al traste con el binarismo con que se entiende la correlación entre estado y oposición en Cuba –un entendimiento que ha constituido el interés histórico de todos los poderes de la dominación implicados–. No nos queda la menor duda de que estas reflexiones disfrutarán del aprecio de quienes, con honestidad revolucionaria, se reconocen como revolucionaries y organizan la revolución social.

Entrevista

Black Rose / Ros Negra (BRRN): A un año de las históricas protestas del 11 de julio. ¿Cómo ves la situación en Cuba?

Miembro de Taller Libertario Alfredo López (TLAL): Bueno, ahí hay varias cosas  que forman parte del paisaje habitual de la decadencia local que estamos viviendo acá, como parte de la decadencia de este mundo organizado en torno a la mercancía, hay un agotamiento grandísimo de los recursos básicos, hay una crisis alimenticia que va creciendo de manera galopante, una crisis energética, en fin, es una crisis multidimensional que para los que vivimos los años 90 en Cuba es algo que no nos resulta extraño, pero si sorprende lo que ha aprendido el Estado cubano en cuánto a gestionar la escasez, en relación con las concentraciones poblacionales, las zonas de conflicto social y los polos de desigualdad social, sobre todo con los cortes de electricidad y el abastecimiento de productos deficitarios en medio de galopantes carencias básicas. Un aprendizaje estatal producto de 62 años consecutivos en el ejercicio del poder total sobre el tejido social de Cuba.

Indudablemente hay grandes diferencias respecto a antes del 11 de julio. Hay un descreimiento interesantísimo de la figura y la lógica operativa del Estado, el discurso del estado y la oficialidad. Existe ahora un sano agotamiento de la credibilidad en la realidad oficial y en ese sentido es un momento muy interesante.

Junto con eso hay también una destrucción bastante profunda del tejido social solidario popular. Claro que eso no es absoluto, hay también expresiones preciosas de solidaridad cotidiana y de ayuda mutua. Y bueno, con el tema de los cientos y cientos de personas encarceladas, por las jornadas del 11 julio, se ha desatado un movimiento solidario bastante interesante, sólido, que trasciende toda ideología.

Y  eso ha dado lugar a importantes excarcelamientos de personas vinculadas al 11 de julio, y a la misma vez, el Estado cubano está tratando de remozar su imagen de padre benefactor de las comunidades algo que tanto ha calado en el imaginario popular en Cuba y creado realidades concretas en torno a esa imagen. Pero en general es un momento sumamente agónico el vivir cotidiano aquí. Hay un proceso migratorio interno muy fuerte hacia las grandes ciudades, hay una desesperanza muy grande en cuanto a cómo lidiar con el día a día, dificultades crecientes y, además, se sabe y se respira la certeza colectiva de que va a ser peor, pero también que el patrón opresivo que domina en Cuba no es una condena eterna y que lo estamos empujando de manera difusa hacia otra dinámica. Hay que estar atentos a las expresiones de reorganización del tejido social popular, de rearticulación de ese tejido social, porque realmente es la única opción viable con que contamos, no ya sólo como anarquistas, sino como seres sociales. En momentos básicos en extremo como los que estamos viviendo en Cuba se hace muy transparente la función creadora colectiva de esa ayuda mutua que exploraba Kropotkin.

BRRN: En un análisis de causas objetivas y subjetivas de las protestas a un año de distancia: ¿Qué ha cambiado? ¿Qué ha permanecido?

TLAL: Voy a comenzar por lo que creo que ha permanecido, Ha permanecido una erosión creciente de las capacidades de una vida mínimamente organizada. Se ha mantenido la destrucción del mundo popular, campesino, rural en Cuba. Ha permanecido la centralización estatal, la militarización de la sociedad, se ha reforzado la presencia de la policía política. Ha permanecido la ausencia de opciones colectivas frente a la crisis estatal y económica, y frente a todo el autoritarismo existente en Cuba.

Qué ha cambiado. En primerísimo lugar creo que ha cambiado la relación de las personas, la relación masiva de las personas con respecto al estado, es decir hay una desnaturalización creciente del estado o del gobierno, de los gobernantes, de la policía política y está ocurriendo una desnaturalización muy significativa de toda la normalidad autoritaria en Cuba. Y bueno, frente a eso el estado por supuesto que ha desplegado toda una maquinaria represiva, policíaca, la apuesta a las soluciones carcelarias. Por otro lado está la cuestión de retomar el rostro comunitario del estado, es decir, hay un conjunto de acciones que ha ejecutado al estado, acciones de pura propaganda, de digamos organizar un rostro comunitarista, un rostro de atención a las poblaciones más desfavorecidas, a las creciente poblaciones periféricas que se concentran en las grandes ciudades del país. Hay también un perfeccionamiento, al detalle, del trabajo con los focos de resistencia, de disidencia.

Hay un rostro represivo que se ha hecho mucho más duro, mucho más despiadado, y junto con todo esto continúa, aunque ahora menos, la cuestión del desconocimiento sobre lo que está ocurriendo con el sistema carcelario en Cuba. Hay una creciente familiarización de las personas con el tema de las cárceles en Cuba, el tema de la figura de los presos políticos. Esto por supuesto que conlleva una tragedia familiar, personal, grande, pero a la misma vez una toma de conciencia de amplios sectores de la sociedad del carácter policíaco, represivo, autoritario, de toda la maquinaria gubernamental en Cuba. Y en ese sentido todo se mantiene igual, la realidad oficial se mantiene igual, pero debajo hay una corriente de deslegitimación muy grande de toda la maquinaria del estado, y una incapacidad del estado de ofrecer respuestas frente a toda la acumulación de demandas sociales.

Y en ese sentido, en medio de todo el desastre, en medio de toda la hecatombe que está ocurriendo, se vislumbra un colapso de toda la maquinaria estatal, que vamos a ver qué va a pasar. Este colapso, se vislumbra, va a ser profundamente violento, profundamente regresivo, pero esa desnaturalización ya está en curso, ya está ocurriendo, y esa desnaturalización del autoritarismo y el estatismo Cuba, no va a tener otra salida que, como mínimo, la transformación y el agotamiento. Esta es una crisis del estado tal y cual lo conocemos en Cuba hoy.

BRRN: ¿Cómo ha reaccionado el estado cubano a la situación creada por el 11 de julio y cómo ves el papel del estado en el momento actual?

TLAL: El estado cubano, lo único que tiene disponible ahora mismo es la represión, el miedo, la administración centralizada del miedo. Tiene en sus manos, también, la inexperiencia inmensa de la sociedad cubana en cuanto a aprender a reaccionar, aprender a organizarse frente a todo el autoritarismo y todo el despotismo existente. Tiene también a su favor un éxodo constante y permanente de la juventud cubana, ése es un factor de conservadurismo bastante grande. El estado también cuenta a su favor con todos los recursos económicos y el dinero que entra con esa emigración, y ha aprendido a vivir de desangrar al país demográficamente. Es un caso así de laboratorio, de cómo un estado devora a una sociedad. El estado también cuenta con 60 años de experiencia administrando represión, practicando la atomización social. Pero hay que decir que eso está ocurriendo en un contexto de una creciente conciencia crítica respecto al estado en sí mismo en Cuba, y a la función de las instituciones básicas del estado en cuanto a mantener la represión, el control social, el verticalismo y en ese sentido al estado le está haciendo muy difícil gestionar la credibilidad de su propia existencia. Y entonces por ahí es un momento sumamente interesante.

BRRN: Las protestas del 11 de julio deben su relevancia, en parte, a la decisiva participación de la clase trabajadora cubana. Aunque nosotres sabemos que esto es un punto de debate, queríamos conocer 1) Tu opinión al respecto 2) ¿Qué impacto ha tenido la protesta en la clase trabajadora cubana?

TLAL: En mi criterio habría que precisar que, efectivamente, hay un protagonismo a la clase trabajadora cubana, pero es la clase trabajadora desempleada, precarizada, el mundo de las pequeñas ciudades y el mundo campesino que se ha urbanizado que la manera más precaria posible, y además con una escasísima conciencia de ellos mismos de ser clase obrera.

Hay una situación ahí bastante complicada si definimos que fue la clase obrera la que protagonizó estos hechos. Realmente no hubo ninguna organización digamos sindical clásica, ninguna organización gremial, ninguna organización territorial vinculada al trabajo. Fue fundamentalmente población de los núcleos, de las urbanizaciones informales que están ocurriendo en todo el país. Indudablemente es un mundo derivado de trabajo, el mundo del obrerismo, pero sobre todo un mundo atravesado por la precarización, por el desempleo, por la falta de perspectiva de integrarse como trabajador. En estos momentos en Cuba, y creo que, en muchísimos lugares, ser un trabajador asalariado con un trabajo con salario fijo ya te ubica prácticamente en la condición de clase media más que en la condición de obrero.

Entonces en ese sentido, decir que ese protagonismo de la clase obrera del 11 de julio es de carácter trabajador obrero, bueno, habría que hacer todas estas precisiones. Por otro lado, está el referente de las luchas sociales de los trabajadores en el mundo. Este referente, el de la propia emigración cubana en Estados Unidos, que se convierte en un modelo aspirar, en un modelo a seguir, y es ante todo un modelo de consumidor reivindicado. Consumidor que finalmente logra acceder a todo un mundo de consumo postergado durante decenios, y entonces se hace complicado con ese sentido hablar de clase obrera. Se hace complicado asociar el 11 de julio a toda una iconografía obrera, proletaria, porque realmente no es muy fácil de encontrarla así, visualmente

Claro, a nivel teórico se puede decir que un hecho como el del 11 de julio fue protagonizado por la clase obrera. A nivel digamos de un análisis sociológico, analítico, de comportamiento de clase y todo eso, claro que sí, pero no es algo que se pueda encontrar visible y fácilmente en los comportamientos, en el tipo de sujeto que protestó el 11 de julio. Es más bien el mundo precarizado, el mundo de la pobreza generalizada, el mundo del desempleo, el mundo de la falta de sentido de la cotidianidad, y por ahí creo que también está la posibilidad, de una posibilidad de comprender el sujeto del 11 julio.

BRRN: Cientos de personas fueron detenidas como parte de la respuesta represiva del estado a las protestas del 11 de julio. ¿Cuál es el estatus de los presos políticos y cómo ves el carácter de la campaña para liberarlos?

Los sucesos del 11 de julio, y los encarcelamientos masivos que se han producido, han puesto en primer plano el conflicto social en Cuba a la condición de preso político   –la condición de preso político para cientos de jóvenes que nunca en su día habían tenido un vínculo formal con eso que se llama la política– En ese sentido el estado cubano ya no puede manejar la idea de que no existen presos políticos en Cuba, de que no existe oposición política en Cuba, de que solamente existen presos comunes, personas que simplemente violan las leyes en Cuba, ese discurso saltó por los aires. Hay toda una población penal por motivos políticos vinculada al 11 de julio que es bastante significativa, no tanto por los números sino por la manera en que se hizo público todo.

Hay que decir por supuesto que en Cuba hay una población penal inmensa, con poquísimas estadísticas sobre ello, pero se sabe y es algo que se percibe cotidianamente, la masiva presencia de las cárceles en Cuba, la población carcelaria en Cuba, la industria de la cárcel en Cuba –la industria carcelaria en Cuba–. Y todo esto se ha puesto en primer plano a partir del movimiento de solidaridad con los cientos de personas presas por los sucesos del 11 de julio. Y bueno, el movimiento que se ha articulado en torno eso es un movimiento que ha trascendido todas las ideologías, ha trascendido orientaciones políticas concretas, y se ha generado una sensibilidad, digamos, anticarcelaria, –específicamente con respecto a estas personas, no así respecto a la cárcel como tal, como institución–. Hay muy poca discusión sobre el tema carcelario en Cuba hoy, hay muy poca discusión sobre la alternativa antiautoritaria a la cuestión del castigo. Pero bueno, es un momento muy interesante, es un momento en el cual estas cosas han adquirido total naturalidad, y en eso se ha avanzado mucho respecto a un año o dos años atrás, y bueno, eso es algo que hay que aprovechar.

Indudablemente el protagonismo, digamos ideológico, de todo el movimiento anticarcelario lo tiene, digamos, un discurso liberal genérico. Pero esto está abierto y disponible a otras lecturas, y a otras intervenciones. Y en ese sentido, bueno, es sumamente doloroso todo lo que se ha desatado, pero a la misma es muy interesante en cuanto no solamente insumos de ideas, sino también en cuanto práctica organizativa, de cómo organizar la solidaridad, y eso se ha convertido un tema práctico común y corriente.

BRRN: ¿Crees que el 11 de julio tuvo un impacto en la correlación de fuerzas políticas en la isla? ¿Quiénes son los actores principales en este momento? ¿Qué distingue en el terreno político e ideológico a estos actores?

TLAL: Yo creo que más que hablar de fuerzas políticas habría que hablar de fuerzas sociales no agrupadas, y bueno, estas fuerzas sociales no agrupadas contra fuerzas policiales muy organizadas, y básicamente, la correlación de fuerzas entre la policía política y la sociedad cubana. Claro que dentro de la sociedad cubana hay un pequeño entramado de tendencias, de tensiones, y el 11 de julio indudablemente removió esa correlación de fuerzas sociales, aunque creo que fue básicamente a favor de la policía política. La policía política ha logrado desarticular todas las expresiones organizadas y públicas de oposición en el país, ha logrado desarticular el Movimiento San Isidro, ha logrado desarticular Archipiélago, ha logrado desarticular la oposición de UNPACU, y bueno en ese sentido, a nivel digamos físico, visible, ha triunfado en toda la línea la policía política En lo que no ha triunfado es en recomponer la situación y las condiciones que dieron lugar al 11 de julio. Por otro lado, está la movida Patria y Vida, que ha tenido una notoria presencia mediática, internacional, etcétera, etcétera.

Esta última tendencia se muestra sin propuestas respecto a la cotidianidad en Cuba, remite toda la cuestión a la salida del gobierno, el fin del régimen y el restablecimiento de un capitalismo normal.  Y bueno, por otro lado, hay pequeñísimas tendencias, digamos de izquierda anticapitalista, crítica independiente, que han logrado una cierta visibilidad y una configuración propia fuera de la dinámica del marxismo oficial en Cuba.

En ese sentido el 11 de julio fue un catalizador para percibir la sociedad cubana en profundidad y especialmente a toda esa gran masa de personas marginadas condenadas a vidas de miseria, en los alrededores de las grandes ciudades, y ha puesto en primerísimo lugar la cuestión del aparato represivo y carcelario existente en Cuba, y la magnitud y arbitrariedad profunda de ese aparato. Ha puesto de manifiesto a nivel físico la correlación de fuerzas favorable a la policía política, pero a nivel de circulación de ideas, de disposiciones y de voluntades, la policía política sabe que le queda muy poco margen de maniobra más allá de la represión masiva que se huele que será el próximo paso de lo que vendrá en Cuba. En ese sentido es que hay que estar preparados en cuanto a creación de infraestructura, de espacio, de redes de apoyo, porque se viene una represión mucho más dura, ya militarizada, no solamente en el plano del trabajo quirúrgico de la policía política, sino como represión masiva, pública.

BRRN: Futuro próximo: ¿Qué líneas de desarrollo de luchas sociales es posible discernir en Cuba?

TLAL: En cuanto a líneas de desarrollo próximo de las luchas sociales en Cuba, yo creo desde hace bastante tiempo que hay que seguir trabajando e insistir más en la cuestión de la organización cotidiana de una vida alternativa, de una vida de disidente, una vida contestataria respecto al orden establecido en Cuba, más que organizar solamente acciones, digamos, de protesta, que también son importantes, acciones de rechazo al estado, Hay que también trabajar en cuanto a la creación de infraestructura cotidiana, como en todos lados, para lograr crear un tejido social que no solamente disienta verbalmente del sistema, sino que viva fuera del sistema también. Hay que repensar la cuestión de la organización, ese un tema que con el 11 de julio se ha puesto en primer orden.

Es decir, todas las formas de discrepancia pública respecto al sistema fueron desarticuladas en gran medida también por la inocencia organizativa y la falta de experiencia en cuanto a cómo conseguir la organización, la falta de debate en cuanto a cómo conseguir una respuesta alternativa al sistema. Y es una oposición que se ha articulado en torno solamente a la cuestión de exigir derechos, hacer reclamos el Estado y bueno, eso se vio claramente que es muy fácil de desarticular por el sistema, con un liderazgo altamente concentrado e hiper visible de ciertas personalidades, como Luis Manuel Otero, este muchacho de Archipiélago, Yunior García, este hombre de UNPACU.

Hay que trabajar como anarquistas en crear infraestructura y organización que no dependa de personalidades, que no dependa de figurones, que no dependa de caras públicas, sino que se organicen en base a infraestructura, en base a formas de vivir, a formas de convivir, formas de sobrevivir que en sí mismas contengan alternativas al caos que estamos viviendo. Esto no implica estar todo el tiempo enfrentándose a la maquinaria policíaca, es decir, tan importante como enfrentar la maquinaria policíaca es también ir creando formas alternativas. Esta es una cuestión que está a la orden del día en todos los lugares. Nos estamos enfrentando a maquinarias represivas, policiales, de control social hiperorganizadas, hiperestructuradas, con muchísimos recursos. En ese sentido hay que avanzar y hay que trabajar en propuestas que justamente han venido de nuestro campo anarquista, en repensar las nociones de organización, las nociones de estructura, las nociones de práctica revolucionaria en relación con la cotidianidad. En ese sentido hay que ponderar y poner en el centro de la tensión formas organizativas que sean porosas a toda la estructura hipercentralizada del control. Hay que buscar más maneras, hay que buscar hay que experimentar, hay que dialogar, hay que ejercitar maneras de organización confrontacional cotidiana que permitan sortear todas las barreras de control, todas las barreras del algoritmo policial.

Y entonces bueno por ahí creo que esa es una línea que hay seguir trabajando para lograr salir de este marasmo y sacarle experiencia lo que ha ocurrido este año. Hay un cúmulo experiencias importantísimas y no se están sacando conclusiones de ahí y en ese sentido, bueno, este 11 de julio puede ser un buen momento para pensar en eso, para pensar en la situación de fracaso en que se encuentra ahora mismo el movimiento social en Cuba para entonces replantearse otras miradas, a otras lecturas, y otras prácticas.

BRRN: ¿Cuál ha sido la trayectoria del Taller Libertario Alfredo López y el Centro Social Abra en el lapso de este último año? ¿Existe un incremento de pensamiento y organización anarquista en el territorio nacional cubano?

El Taller Libertario Alfredo López y al Centro Social Abra, en la coyuntura del 11 de julio, antes y después. Hay que decir que tiempo antes de este momento definitorio del 11 de julio, ya habíamos atravesado la situación del cierre por pandemia del país, de la ciudad, lo cual afectó de manera muy dura y directa la dinámica nuestra acá. Téngase en cuenta que unos meses antes de declararse el cierre del país estábamos trabajando en función de la 5ta. Jornada Primavera Libertaria que venía siendo un espacio bien interesante de gestión de una perspectiva anarquista antiautoritaria, un espacio de diálogo, de encuentro de prácticas en un momento del año y que venía funcionando con bastante eficacia. Tuvimos que paralizarlo, y eso también condujo a una parálisis de la sociabilidad aquí en el espacio, esto está también relacionado con la fragilidad legal que ahora mismo tenemos acá en Cuba.

Esto a la misma vez nos conecta con una cuestión de concepto, con una cuestión de formas de entender la gestión del espacio. Y es que entendemos que si algo puede aportar un espacio como este es que sirva como espacio de encuentro y coordinación de las diferentes voluntades, afinidades, personas, colectivos, que pululan aquí en la ciudad, que no son muchos tampoco. En ese sentido, el Centro Social Abra no ha dejado de ser un espacio de encuentro, de coordinación, de formación, de intercambio, de gestión de la cotidianidad. Y esto ha ocurrido sin problema ninguno, en el sentido que entendemos de la necesidad y la posibilidad de crear infraestructura cotidiana para poder sobrellevar este colapso que estamos viviendo. Pero si es importante decir que hay varios compañeros que han adquirido notoriedad pública en Cuba cuyos insumos de ideas, de formas de entender la realidad cubana, en buena medida se han constituido aquí. El Centro Social Abra es uno de los pocos espacios de encuentro entre personas que cubren un amplio espectro ideológico-político y con quienes hemos tenido diálogos muy interesantes acá.

Hemos coordinado actividades de apoyo mutuo de manutención de un compañero nuestro que depende, por su condición física, depende de apoyo mutuo y de solidaridad, y en función de eso nos hemos organizado. Estamos también involucrado a una campaña de distribución de medicamentos, algo que ha sido extremadamente difícil porque el estado a saboteado todos los conectos para recibir medicamentos desde fuera de Cuba, especialmente desde los Estados Unidos pero bueno, en eso tampoco hemos parado. Estamos hablando de expresiones pequeñas pero muy concretas y papables, a través de las cuales ponemos en práctica lo que lo que decimos, no solamente a nivel declarativo, sino que lo practicamos de manera cotidiana. Y esa solidaridad y esa ayuda mutua es el vector de organización. Más que organizar un día de confrontación o un día de odio contra el sistema, que también está bien, pero es importante contar con un espacio que no esté quemado, un espacio que no sea de interés inmediato a la policía política, aunque no dejamos estar en la mirilla, pero hay generar prácticas que no sean directamente confrontacionales y sí de articulación. En ese sentido ese ha sido el lugar del Centro Social Abra, aún más que el Taller Libertario Alfredo López que es una instancia que ha sufrido muchísimo los embates del aislamiento, de compañeros que se han ido del país, y realmente lo que ha tenido más actividad es el espacio, como darnos el espacio y, por supuesto, derivado del espacio la perspectiva antiautoritaria que manejamos los que estamos acá. Así podemos decir que hemos logrado sobrevivir a toda la hecatombe que ha ocurrido después del 11 de julio, y a toda la destrucción que ha ocurrido en todas las instancias organizativas visibles, hemos logrado sobrevivir, estamos acá, pero bueno, hay que seguir trabajando y seguir fortaleciendo el estatus legal del espacio, y bueno por ahí vamos.

BRRN: Históricamente, desde los finales del siglo 19, los anarquistas cubanos siempre han tenido una perspectiva distinta no solo a la de la clase dominante sino a otros sectores de la izquierda. ¿Cuáles aportes puede ofrecer el anarquismo en este momento?

TLAL: Esta pregunta se refiere al contexto cubano, obviamente. El anarquismo como tendencia de pensamiento y de práctica tiene una nutridísima y silenciada historia en Cuba. Esto es algo en lo que han insistido Frank Fernández y otros pocos indagadores y escritores. Pero creo que también el anarquismo cuenta con una iconografía, personajes legendarios, con una riquísima colección de prensa que todavía está por estudiarse en detalle, con una riquísima sociabilidad y con una riquísima vida pública. Esto no fue tampoco muy grande, no creo que esto haya sido muy grande. Debido a la manera en que la Revolución Cubana lidió con el anarquismo en Cuba, literalmente borrándolo del mapa, hay ciertas mistificaciones alrededor del tema, pero su presencia es significativa, sobre todo su capacidad de anclarse con la mentalidad, con el imaginario popular en Cuba en muchísimos lugares. Y también estamos hablando de una sensibilidad muy centrada en la cuestión del fenómeno de la autoridad y su deriva en autoritarismo.

Creo que el anarquismo tiene ahora mismo una contribución importantísima que hacer en cuanto a la cuestión de la toma de conciencia sobre las formas de organización contra la opresión. Es decir, el anarquismo va mucho más allá que casi todas las corrientes de pensamiento modernas en el sentido de que mira la cuestión de la lucha por la justicia más allá de la lucha misma, más allá de enfocarse en el opresor. El anarquismo también está muy atento a las dinámicas opresivas que se producen en la lucha contra la opresión. Esto me parece que es un tesoro invalorable. El anarquismo también le presta mucha atención, o por lo menos, importantes tendencias de pensamiento le prestan mucha atención a las dinámicas interpersonales, a la cuestión de los roles sociales en los cuales nos vemos envueltos, como padres, como profesores, como personas de más edad, como personas que vivimos en entornos urbanos, como personas que tenemos una acumulación de información que no necesariamente es conocimiento, y todas las jerarquías que se generan a partir de esos roles. En ese sentido yo creo que el anarquismo está muy atento a la vida cotidiana, está muy atento a los momentos del diario acontecer, y que potencialidades tiene ese diario acontecer en cuanto a generar formas opresivas o formas liberadoras de configuración social.

Es un tesoro tremendo contar con ese legado y con esas prácticas en un entorno de relacionamiento con los no anarquistas, a los que no se reconoce como personas ignorantes o desprovistas sino como personas con potencialidades de generar formas de pensamiento y actuación no autoritarias. Entonces yo creo que el anarquismo está listo para, al menos en su forma de operar, en su percepción de la realidad, pues está listo para todos los desastres que se nos viene encima y para toda la desesperanza que se nos viene encima. Porque yo creo que el anarquismo comprende muy bien los profundos efectos psicológicos, sociales, de la apoteosis del estado, la apoteosis del autoritarismo, la institucionalización del autoritarismo. Por ahí el anarquismo puede hacer aportaciones importantísimas en momentos en que hay un agotamiento, supuesto agotamiento de la capacidad del pensamiento de dar cuenta de las circunstancias que estamos viviendo.

Y también el anarquismo nos permite hacer puentes con todas las otras tendencias de pensamiento que están dando vueltas, que todavía existen, que dan razón de ser. Y el anarquismo permite comprenderlas, permite analizar las lógicas de pensamiento de esos cuerpos de ideas y, a la vez, encontrar afinidad en los más disímiles espacios, en las más disímiles formas de percibir la realidad, en las más disímiles experiencias de sociabilidad. Y entonces, por ahí, el anarquismo permite trascender la propia lógica del “ismo” y verse como una actitud en el cotidiano que no necesita, digamos, de una estructuración en tendencia, aunque, por supuesto, esto también es perfectamente posible y legítimo, y necesaria también la organización en tendencia. Pero creo que puede ir más allá también. Puede serle útil a una persona en su entorno, a cualquier persona sin experiencia organizativa en tendencia previa, y por ahí tiene el anarquismo una plasticidad extraordinaria para todas las circunstancias que estamos viviendo, especialmente el nivel de re-estructuración que estamos viviendo. El anarquismo tiene una riqueza de respuestas bastante significativa. Y ese es el valor que yo le veo a los conceptos y nociones de las prácticas anarquistas en este momento.

Ahora mismo en Cuba producto de la apoteosis autoritaria que estamos viviendo y de todo el agotamiento y la desmoralización del llamado Estado Socialista, revolucionario, antiimperialista, como quiera que se le llame. Ese agotamiento y esa muerte lenta pero perceptible de todo este entramado de la Revolución del 59, también ha arrastrado a una parte de lo que se llama el pensamiento de izquierda en Cuba. Esta es la gente que se ha formado en su sensibilidad revolucionario al calor del estado este que está agonizando hoy, y eso ha conducido a un creciente vacío que lo ha llenado el liberalismo, lo ha llenado sobre todo el neoliberalismo, el anarcocapitalismo, el chauvinismo patriótico oficialista. Y bueno, en ese sentido, el anarquismo, por lo menos tal y como lo entendemos, no ha sufrido esos embates, al contrario, ha ido ganando muy escueta presencia, ha ido ganando certificado de credibilidad, de que no es algo loco, irracional, de que no es algo fuera de este mundo, sino de que es una realidad pequeña, pero bien concreta, lógica, con sentido.

Y esa ha sido la contribución del Taller Libertario Alfredo López, que somos cuatro loquitos ahí, cuatro gatos arando en el mar árido de Cuba, pero hemos logrado ante todo respeto, hemos logrado ante todo el privilegio de ser escuchados, de ser atendidos en nuestras consideraciones, nuestras propuestas, nuestras prácticas. Esto es algo que realmente nos parece que habla de la pertinencia del anarquismo en Cuba hoy, de el hecho de que seamos unos pocos pero que seamos escuchados, tenidos en cuenta por muchas tendencias de pensamiento en Cuba hoy, y desde hace varios años. Esto habla de algo interesante, no solamente algo naive, no solamente de algo curioso —los términos más benevolentes con los que la cultura política cubana dominante tiende a construir su representación del anarquismo—, sino también de algo que tiene y que se ha ganado cierta respetabilidad, tanto a nivel de personas como a nivel de tendencia y de forma de pensamiento.  

Creo que el anarquismo va a seguir teniendo un discreto futuro en Cuba y ahí puede hacer una contribución siempre que trascienda todas estas lógicas personalistas, mediáticas, autorrepresentacionales que han tenido los movimientos de disidencia en Cuba en los últimos años, tiempos, meses. Y, sobre todo, que el anarquismo se convierta en un virus, en un germen que no tiene rostro, que no tiene cara, que no tiene nombre, sino que es sobre todo lógicas asumidas, que muchas personas asuman lógicas antiautoritarias en su forma de pensar, de actuar, de relacionarse, de enfrentarse a la autoridad. Yo creo que esa podría ser la gran victoria del anarquismo, o por lo menos una pequeña victoria que permitiría seguir echando la batalla. Y eso es algo común a todos lados, y por supuesto que es importante para la estructuración y para la organización entre los compañeros la cuestión de las siglas, los nombres, las tendencias definidas, pero, de cara a la sociedad, yo creo que lo más importante es ofrecer una lógica de estructurar la cotidianidad, una forma de estructurar las relaciones, una forma de gestionarse el cotidiano, una forma de agruparse, más allá de los nombres, más allá de las siglas, más allá de la figura, más allá de los referentes.

Yo creo que lo mejor del anarquismo puede llegar por la vía de organizar la lógica cotidiana y de comportarse de cada una de las personas, y después entonces vendría todo lo demás, o viene todo lo demás, viene la historia de la tendencia, la historia de las luchas, la historia de las figuras, pero lo primero es un modo de estar, un modo de proyectarse. Yo creo que esa ha sido una pequeña gran victoria que hemos tenido acá en el espacio que hemos articulado acá en Cuba. 

BRRN: ¿Es válido trabajar un análisis de la intersección de raza, género, y clase en el contexto tanto del Julio 11 como del desarrollo de las luchas sociales en territorio nacional cubano? Desde la perspectiva específica del Anarquismo cubano contemporáneo, ¿cuáles podrían ser algunas posibles premisas de análisis en la  intersección de las categorías mencionadas?

TLAL: Por supuesto que es absolutamente válido, en Cuba y en todos lados, y bueno particularmente en Cuba – una sociedad profundamente marcada por la dinámica plantacionista del siglo XIX, y también profundamente marcada por los imaginarios raciales, racializados, producto de la plantación, y por la cuestión de la subordinación de género que tiene peculiaridades en Cuba muy interesante, pero que también existe. En ese sentido pensar en formas de abordarlo, en formas de trabajarlo, es un tema orgánico,consubstancial, hasta el punto de que, bueno, no conozco mucho debate sobre el tema en nuestro entorno, y no creo que sea por ignorarlo, sino porque se presupone esa intersección y se presupone también la necesidad de trabajar con esa intersección. A mí, particularmente, la cuestión de género y de raza me parece súper importante, y me recuerda un graffiti de Banksy donde sale un muchacho con toda la estética punk, con la bandera anarquista, con botas, etc, etc, listo para ir a una manifestación, probablemente violenta, y su mamá le está ajustando todo lo que es el andamiaje estético, se lo está arreglando. A mí esa imagen me parece fundamental, en el sentido de que el 11 de julio, y en general sucesos como estos de sublevación masiva muestran la importancia de las mujeres, de las madres, de las hermanas, no solamente en el enfrentamiento directo —que tuvo lugar, de hecho hay muchas muchachas presas, que también son negras, madres—  sino también en el sentido de que son las que tienen una consciencia probablemente más sólida y muy sentida de la necesidad de infraestructura organizativa, infraestructura cotidiana para sortear esa lucha.

Entonces, siguiendo la pregunta, las cuestiones de género y de raza son las que hacen, digamos, más externamente visible la cuestión de clase. Porque una sociedad como la nuestra, donde el estado ha articulado un discurso de igualdad social, de avance del estatus en la sociedad de la mujer, donde realmente hay un avance muy importante — el derecho al aborto, la igualdad económica frente al salario, la fuerte presencia de las mujeres en las instancias de poder en Cuba, mujeres negras, blancas, y mestizas. En este contexto, hay que hilar bien fino la cuestión de clase, conectándola a las experiencias cotidianas de las personas todo desde el punto de vista de género y racial. Ahí hay un terreno muy interesante que nosotros mismos nos ha costado mucho trabajo articularlo producto de la economía doméstica está en que vivimos dominado por lo masculino, a las mujeres les cuesta mucho trabajo al activismo sistemático, entonces hacen contribuciones en una retaguardia activa que prácticamente se hace invisible, pero están ahí y tienen una presencia súper importante en el sentido organizativo, en el sentido logístico, en el sentido de pensar la lucha más allá de la revuelta directamente contra el poder. Y se convierte en un reservorio de desnaturalización de todas las opresiones o desnaturalización de las opresiones. 

Estoy ahora mismo en la ciudad de Camagüey, que es probablemente la región de Cuba donde hay menos presencia africana y aquí es muy visible que el estado ha trabajado muy al detalle la cuestión de la representación afrodescendiente de hombres y mujeres en las instancias de poder. Es algo que se puede notar. El secretario del partido, el gobernador de la ciudad, secretario del partido comunista a la misma vez, es afrodescendiente. El representante de la fundación Nicolás Guillén acá en la ciudad de Camagüey es afrodescendiente. También hay mujeres afrodescendientes en cargos importantes. Entonces hay que afinar el análisis y las circunstancias en que se va ser ese análisis. Porque tampoco el estado es tonto respeto a esas cuestiones. Claro, indudablemente, hay regiones de Cuba donde se hace mucho más visible esa articulación entre raza, clase y género. 

Los epicentros de la sublevación de 11 de julio fueron urbanizaciones periféricas, marginales, en la ciudades, y ahí quien lleva protagonismo cotidiano de la lucha y la sobrevivencia son las madres, generalmente madres solteras, abuelas. Entonces, lograr articular y establecer un discurso crítico, contestatario, y alternativo, se hace fundamental, porque son ellas las heroínas, muchas veces no son los hombres heterosexuales. En ese sentido, la cuestión de la articulación de raza, clase y género es una variable que, como dije al principio, está profundamente incorporada a cualquier movida que hay en Cuba tanto de lo alternativo como los representantes del Estado. En las luchas que vengan en el futuro eso es una cuestión que va a tener que articularse mucho más y visibilizarse mucho más el rol de esas mujeres afrodescendientes, pero también de mujeres que no son afrodescendientes, pero que viven en la opresión general masculina. De hecho, acá en Cuba desde la década del 30 y 40 del siglo pasado, contamos con pensadores y activistas como Agustín Alarcón, Juan Rene Betancourt o Salvador Garcia Aguero, que ya en los finales de los años 30 del siglo XX, estaba justamente hablando del plus-dolor, es decir está el dolor del explotado en general pero está el dolor del explotado negro, del explotado mujer, lo cual  denota que es un tema incorporado y no siempre reconido en Cuba por el activismo socialista, anti-capitalista y anti-opresión en general.


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